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lunes, 9 de noviembre de 2009

Cómo evitar las crisis recurrentes de Argentina

POLITICA

El problema básico de la Argentina consiste en que, en las etapas de expansión del país, los políticos incurren en un gasto público excesivo (gasto pro-cíclico) el cual supera los límites de lo financiable y que, inevitablemente lleva posteriormente hacia crisis recurrentes, dado que el gasto público es inflexible a la baja, como lo estableció J.M.Keynes, ya por 1936.
Estas crisis recurrentes hacen incrementar la pobreza de gran parte de nuestra población, a la cual teóricamente dicen defender. La pobreza ha crecido de 7%, al inicio del gobierno de Alfonsín, hasta 34% en la actualidad, con picos de 45% de pobres en la hiperinflación del primer semestre de 1989 y un récord de 56% de pobreza en la crisis fiscal de 2002.
Por lo tanto, la clave para los próximos años es poder hacer un sector público que no le haga pagar a la gente sus errores, que sea sustentable, que sea más sólido, y seguramente más chico, que se ocupe de la policía, de la justicia, con un sistema educativo que funcione, moderno y para educar para el siglo XXI y no para el siglo XIX, con fuerzas de seguridad mejores, más rápidas y con más inteligencia. Sin esto, es imposible pensar la Argentina del futuro.
Ahora, bastante cansados del caos que implica la permanente falta de previsibilidad sobre las futuras decisiones de los gobiernos, la población está demandando políticas de Estado, es decir normas que no puedan violarse a la primera dificultad que tenga el país.

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Este tema no podrá evitarse en la discusión de dichas políticas de Estado. Hay, sin embargo, muchos pesimistas que basan su apreciación por ejemplo, en que en estos días se está por derogar la Ley de Responsabilidad Fiscal, que se puso en vigencia después de la crisis del 2002, estableciendo normas y penalidades para el exceso de gastos, que ahora se quieren derogar para que los políticos pueden seguir cargando más deuda para las futuras generaciones sin ninguna responsabilidad para ellos.
Recordemos que era una ley suave comparada con la que rige en Brasil, país en el cual no se ha derogado y si se ha aplicado, a pesar de que ha sufrido los efectos de la crisis internacional más que nosotros.
Desde que hay un sector público grande, que es más o menos desde 1930 en adelante, la Argentina no ha hecho más que retroceder en el mundo. De ser el sexto país en 1910 estamos en la posición 65 en 2008, si lo medimos por el ingreso per capita en dólares corrientes.
Esto se debe a la interferencia monstruosa de este Estado que cada tanto, cuando viene una crisis, no tiene recursos y va y expropia el ahorro donde lo encuentra.
Si lo encuentra en los bancos, allí lo expropia como hizo en el 2001(pesificación diferencial), o en1990 (Plan Bonex), en 1974 (Rodrigazo) y muchos más eventos del mismo tipo. La última medida abrupta de esta clase fue el turno de los fondos privados en las AFJP y, aunque el traspaso de recursos al sector público fue importante, aun así no alcanzó para despejar el problema. Al absorber todo el ahorro para sus gastos corrientes y transformar la riqueza en burocracia, es como que el Estado transforma el oro en barro.
El Estado argentino es un gran trasformador improductivo del país, que lo tira para atrás continuamente. Por lo tanto, un drama nuestro es hacer un sector público integrado, más chico pero más potente, eficaz para cumplir con sus funciones.
Este es un punto que hay que resolver. Si no lo resolvemos es inútil que nos planteemos otros puntos, que también existen. Todo gira en torno a esta cuestión central de la vida argentina en los últimos 70 años. Esto no se ha podido arreglar y, mientras eso no suceda, el país no va a andar.


(via) La Nación - Por Orlando Ferreres

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